JHD Notas Autobiográficas Fragmento

 A efectos de difundir antecedentes de su vida y obra, transcribimos el inicio de las Notas autobiográficas de: 
 

José Hernández Delgadillo
(Notas Autobiográficas recopiladas por Benito Balam)


Nací en Tepeapulco, Hidalgo el 7 de Octubre de 1927. Mi padre, Francisco Hernández Islas, era hijo de un trojero en la hacienda de Mazapa, Estado de Tlaxcala; mi madre, María de la Paz Delgadillo, hija de una familia de terratenientes venida a menos después de la revolución democrática burguesa de 1910. En la ex-hacienda de Santa Cruz, donde vivió sus primeros años mi madre, existen unos antiguos murales seguramente pintados al temple; la casa donde pasé mis primeros años, estaba totalmente decorada con el mismo procedimiento.
Juanita Delgadillo y Arnulfo Delgadillo 
Hacendados de Tepeapulco, Hgo.

Hasta 1935 viví en mi pueblo natal, enclavado cerca de unos cerros que nunca he olvidado por su topografía: altos, cerros pelones imponentes. El pueblo es muy antiguo, existe desde la época prehispánica en tierras que eran propiedad del emperador Moctezuma Xocoyotzin. Después fueron del conquistador Hernán Cortés; ahí estuvo un convento franciscano, en el que vivió Fray Bernardino de Sahagún; posee un acueducto de esa época que todavía funciona perfectamente, un atrio, una plaza de toros, una plaza pública y dos fuentes antiguas. Cuando describo a mi pueblo, digo que es un pueblo feo pero con personalidad.


 Ma. de la Paz Delgadillo Delgadillo y Francisco Hernández Islas, de aprox. 50 años de edad.
(1949 aprox.)

 Mi padre murió en 1957. Desde chico tuvo que asumir la responsabilidad de su familia. A los 13 años participó en la revolución de 1910, se lo llevó una fracción de Domingo Arenas que pasaba por Calpulalpan. 
Domingo Arenas, General de la División de los Volcanes. 

Necesitaban monturas y mi padre trabajaba en un taller de talabartería como aprendiz, cuando estuvieron listas las monturas que escogieron dijeron “¡Ah! Nos vamos a llevar a este chamaco para que nos cuide los caballos...” y así, de buenas a primeras se lo llevaron a la revolución. Mi padre fue consecuente con esta situación: permaneció en campaña dos años y llegó, a los quince años, a ser capitán primero de la División de Domingo Arenas, que en aquella época era aliada de las fuerzas zapatistas en la zona de Tlaxcala y Puebla entre 1912 y 1913.


Juanita Islas y Silvano Hernández
(Trojero de la hacienda)

En una ocasión, cerca de Calpulalpan, mi abuelo Silvano Hernández se enteró de que su hijo estaba en esa división y se dirigió a buscarlo, pero antes de llegar creyeron que era enemigo y lo tirotearon, incrustándole una bala en la columna vertebral, por lo que quedó postrado sin poderse ya recuperar. A un año de la muerte de mi abuelo, mi padre pidió licencia para mantener a la familia y abandonó la lucha revolucionaria.

Mi madre vivía en la antigua hacienda de Santa Cruz -hoy todavía existe el casco. Era propiedad de su abuelo y luego de la familia. Después de la Revolución, dejó de serlo. Tenían una gran casa en Tepeapulco; como había caballeriza en un patio enorme, era una casa de una cuadra completa. Ahí llegaban las diferentes fuerzas: tanto los carrancistas como los zapatistas les exigían dinero, pero lo pudieron conservar porque lo guardaban en la estufa; de todas maneras, vinieron a menos.

Tepeapulco es un pueblo pobre ubicado en la región semidesértica de los llanos de Apan. Allí la vida es dura. Lo que yo recuerdo es que solo unas cuantas familias podían vivir con cierto decoro, pero la mayoría de la gente era muy pobre.

No hay comunidades Otomí. Parece ser que la población es de origen Olmeca porque hay unas pirámides pre-teotihuacanas muy antiguas, de unos dos mil años, de muy pobre construcción, recubiertas por lodo y cal, con argamasa de nopal.

 
Ma. de la Paz Delgadillo Delgadillo y Francisco Hernández Islas, en Tenancingo.
Guadalupe, José, Cesar, Jesús, Abel y Elena Hernández Delgadillo

Fui monaguillo, tenía una formación muy cerca de la religión; pronto me trasladé a Calpulalpan, donde hice la primaria. Ahí conocí a un maestro, director de la escuela y egresado de la Normal Rural; él inició de mi formación política. Recuerdo que mi padre también me dejó muchas cosas positivas, en cuanto a un sentido de justicia más que político. Era una gente que trabajaba en el campo, montaba, estaba acostumbrado a usar armas, pues las había utilizado en la revolución, y siempre me llevaba a sus trabajos o viajes. Lo acompañaba y nos quedábamos por toda una semana en la montaña, por cuestiones de trabajo o de cacería. Esta experiencia me permitió tomar conciencia del espacio donde hace su vida esta gente, lo que más adelante me va a servir. Mi padre tenía un gran sentido de la justicia: no le gustaban los trafiques, los enjuagues, siempre luchó en esas condiciones. Mi madre tenía una afición por la literatura, había leído a casi todos los autores que se conocían en ese momento y ocasionalmente había pintado; mi padre tenía un gusto más popular, no había leído tal cantidad de literatura pero apreciaba el arte. Recuerdo que recortaba papel para adornar los altares de su Virgen.


Cont.

2 comentarios:

  1. DE CASUALIDAD NO TIENE FOTOS DE LUCINA HERNANDEZ ISLAS???? CREO QUE ASI SE LLAMABA MI BIS-ABUELA. SALUDOS¡¡¡

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    1. Juan Carlos: No me había dado cuenta de tu mensaje. Ella fue mi tía abuela. Conservo grandes recuerdos de ella con mucho cariño, por su devoción religiosa popular y su gran alegría en la vida que se reflejaba en su gusto por el baile y la canción tanto religiosa como popular. A la primera oportunidad lo hacía. Era una gran mujer muy amorosa. Fue gran amiga de su cuñada: Ma. de la Paz Delgadillo Vda. de Hernández. Se visitaban mutuamente con cierta regularidad.

      Yo no tengo fotos de ella. Tal vez puedo averiguar quien tiene.

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